LA ESCLAVITUD EN EL SIGLO XXI
El tema de la esclavitud, ha sido foco de tensión y punto de análisis a través de los tiempos, pues trata cuestiones profundamente éticas independientemente del momento histórico en que se le sitúe. Aunque muchos consideran este tema como ya superado, el sometimiento por de parte de individuos o grupos humanos hacia otros. O quizás la “simple” actitud de superioridad manifestada por tales individuos, grupos, o instituciones, dada por disímiles razones, sean estas económicas, culturales, étnicas o de otra índole, continua creando abismales diferencias. Quizás la insistente repetición de una esclavitud abolida haya llevado a algunos pensarla como un asunto del pasado. Para otros, sólo evolucionó o cambió de nombre.
Kevin Vales, en un estudio realizado en Tailandia, Mauritania, Brasil, Pakistán y la India, referente a la esclavitud y publicado en 1999, afirma que, en el mundo hay actualmente 27 millones de esclavos. En cuanto a las causas, señala la corrupción política, unida al espectacular aumento de la población y su continuo empobrecimiento, factores que han dado lugar a lo que llama “la nueva esclavitud.” Cuyo denominador común es la pobreza, no el color, destacando que detrás de cualquier diferencia étnica se oculta la disparidad económica.
Algunos sinónimos del término esclavitud se sugieren como alternativa: “Cautivo, prisionero, siervo, sometido, dominado, subyugado, oprimido, tiranizado.” A todos estos les compete esa actitud de menosprecio, término quizás preferido por muchos en lugar de humillación, siendo que este último suele ser muy duro dentro de esta época “civilizada”. Sin embargo, son perfectamente intercambiables en tales situaciones. Sería posible entonces hablar de sometimiento, menosprecio o humillación por cuestiones de origen, educación, sexo, lenguaje u otros que pudieran añadirse de acuerdo a las experiencias vividas.
Hablar entonces de esclavitud en este siglo, continúa hiriendo la “sensibilidad” de algunos por evocar una época supuestamente superada. Suele ser mejor aceptado si se le llama racismo, término aplicado a este fenómeno, hermano gemelo o madre de la esclavitud. Samuel Koranteng-Pipim lo define de este modo:
“El racismo… aparece en muchos empaques, en forma cruda y en forma subrepticia. El racismo existe cuando permitimos que el color, la casta, el lenguaje, la nacionalidad, la tribu, el origen étnico, la cultura o cualquier otro factor erija un muro entre las personas, en forma individual o corporativa, de manera que uno exprese desprecio, prejuicio o ejerza señorío sobre el otro…Cualquiera que sea el factor, para el racismo no todos los seres humanos tienen necesariamente un valor intrínseco, ni igual dignidad.”
La declaración: “… desprecio, prejuicio o ejerza señorío sobre el otro…” muestra como estas características propias de la esclavitud perduran en el tiempo, y sumándola a las mencionadas anteriormente toda sociedad, hablando términos generales, corre el riesgo, en mayor o menor grado, de padecerlas.
Punto de vista bíblico
Gá 3,28 presenta con claridad el concepto neotestamentario de la esclavitud. “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” Ef 6,5-9 parece oponerse al concepto de Gálatas, pero una mirada juiciosa a dicha porción epistolar evidencia que la figura de Cristo se convierte en el punto de encuentro en las relaciones interpersonales estableciendo el equilibrio necesario en el desempeño de los roles. No una jerarquización despótica o autoritaria, sino a la altura del modelo: Jesús. Basado en este principio, el imperativo apostólico restablece los valores éticos que habían sido severamente torcidos. Ajusta ciertas características de su época haciendo énfasis en la justicia, proporcionando una base teológica dirigida a los cristianos. Su propuesta no consiste en una vuelta al patriarcado, en un sentido autoritario distorsionado, ni en un impulso a la emancipación. No es simple argumentación política o filosófica del tema, puesto que Pablo no es político ni es filósofo, Pablo es teólogo, y como tal su propuesta es puramente teológica, o para ser más específico cristológica. Es Cristo dentro los círculos que componen la Iglesia (esposa-esposo, hijo-padre, esclavo-amo) (Ef 5,15-6,9).
Postura de Ellen G. White
Para Ellen G. White la esclavitud no era una escena más dentro de un mundo esclavista sino “la más lamentable de las escenas.” En una reunión de oración celebrada el 3 de abril de 1847, contempló en visión el templo celestial y los eventos finales. Al describirla, expresó que sólo en la segunda venida de Jesús las cadenas de la esclavitud serían desatadas definitivamente. Aún así, White asumía que los prejuicios que se habían levantado como paredes entre negros y blancos, se desplomarían si los cristianos obedecieran la palabra de Dios. Al ser derramado el Espíritu Santo, estos predicarían el evangelio sin distinción de razas. Serían capaces de amarse entre sí poniendo a un lado sus diferencias, y su criterio con respecto a la “gente de color” llegaría a ser muy diferente de lo que era en sus días. Para 1896 su disposición de trabajar a favor de la raza sometida se evidencia por sus declaraciones: “No nos contentemos simplemente con mirar, con tomar resoluciones que nunca se pongan en práctica; sino que hagamos algo de todo corazón para el Señor, a fin de aliviar la aflicción de nuestros hermanos de color.”
Cuando en 1904 se le preguntó por el terreno de la escuela en Huntsville, White contestó: “Se me dio la instrucción de que no debe venderse está granja, de que la ubicación posee muchas ventajas para llevar adelante una escuela para gente de color.” En 1908 dijo a los miembros de iglesia que no debieran esperar igualdad social, y que los negros y los blancos debieran adorar en edificios separados. Algunos advierten en estas declaraciones una posición segregacionista. Argumentan que “colocaba las velas dependiendo de cómo estaba soplando el viento.” Otros, por su parte, lo señalan como una estrategia de trabajo a favor de la raza desfavorecida puesto que los prejuicios imperantes así lo exigían.
Su pensamiento igualitario, parecía ser invariable: “El nombre del hombre negro está escrito en el libro de la vida al lado del hombre blanco… El nacimiento, la posición social, la nacionalidad o el color no pueden elevar o degradar a los hombres.”
Su postura en contra de la esclavitud parece haber estado muy bien definida y expresada entre sus contemporáneos. El 24 de Julio de 1915, fue puesta a descansar en el cementerio de Oak Hill, Battle Creek, Michigan. En esa ocasión el Pr A. G. Daniells, presidente de la Asociación General, declaró haciendo referencia a los frutos que caracterizaron su ministerio: “Tampoco la condición social de la familia humana se ha perdido de vista. La esclavitud, el sistema de castas, los prejuicios raciales, la opresión del pobre, el descuido del infortunado, todas estas cosas son declaradas como anticristianas y una seria amenaza para el bienestar de la raza humana, y como un mal que la iglesia de Cristo está encargada de cambiar”
Conclusiones
Esperar que el cristianismo eliminara todo mal existente en la sociedad, sería quizás demasiado ficticio o pretencioso, pues aunque algunos así lo prediquen generando falsas expectativas, la historia ya ha demostrado lo contrario. Muy acertadamente lo resume Paul Johnson en un artículo publicado en enero del 2000 ante la expectativa de un nuevo milenio: “Aunque estos 20 siglos nos han enseñado que el cristianismo no puede borrar por completo la parte más oscura de la humanidad, ni acabar con la guerra, la crueldad, la avaricia y el sufrimiento de los pobres, mitiga todas estas cosas y nos ofrece una noción… del mundo mejor y más puro que podríamos crear. Sean cuales fueren los nuevos males que surjan entre nosotros, el mensaje de Cristo contiene los recursos para exorcizarlos.” Exorcizar o eliminar los males que mitiguen sus resultados inherentes ha sido una de las magnas tareas del cristianismo.
El siglo XXI se convirtió, tristemente, en testigo ocular de la esclavitud, el sometimiento y la explotación. Algunos sectores sociales lo sufren de una manera abierta e impune, en otros, utiliza mutaciones diversas pasando casi imperceptiblemente. Este es el caso de quienes que persisten en la arcaica idea, de que aquellos poseen una elevada posición económica, o que ocupan altos puestos de responsabilidad, o quienes han logrado acumular títulos que avalan su saber, deban ser casi reverenciados, agasajados, o vistos con temor reverente, “nuestras relaciones mutuas –señala White- no han de ser gobernadas por normas humanas; sino por el amor divino, el amor expresado en el don de Dios a nuestro mundo.”
BIBLIOGRAFÍA
Ellen G. White Estate y C.C. Crisler, Notas biográficas de Elena G. de White. Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1995.
Koranteng-Pipim, Samuel. “Racismo y Cristianismo”. Diálogo, no 7.1 (1995), 12-15.
Saco, J. A., Historia de la esclavitud. México: Editorial Alameda, 1955.
Vales, Kevin, La nueva esclavitud en la economía global. Madrid: Siglo XXI de España editores SA, 2000.
. Mensajes selectos. Mountain View, California: Publicaciones Interamericanas, 1967.
Web consultada
http://www.wordreference.com
“La sugerencia de que alguna gente es inherentemente superior o inferior puede derivarse de la religión (castas en la India, o la purificación racial en Bosnia), o puede tener origen en el expansionismo económico (colonialismo), o brotar del chauvinismo político (nazismo, apartheid, tribalismo), o estar basado sobre una falsa premisa genética (Ku Klux Klan).” Samuel Koranteng-Pipim, “Racismo y Cristianismo”. Diálogo, no 7.1 (1995), 12.
“El Señor ha contemplado con pesar la más lamentable de las escenas: la raza de color en esclavitud. El desea que en nuestro trabajo por ella recordemos su liberación providencial de la esclavitud, el vínculo común que la une a nosotros por derecho de creación y de redención, y su derecho a las bendiciones de la libertad”. Ellen G. White, Mensajes selectos (Mountain View, California: Publicaciones Interamericanas, 1967) 2: 550.
“Y al anunciar Dios el día y la hora de la venida de Jesús, en tanto expresaba ante su pueblo el pacto sempiterno, pronunciaba una frase y se detenía, mientras las palabras repercutían por toda la tierra. El Israel de Dios permanecía con los ojos en alto, escuchando las palabras según salían de labios de Jehová, que retumbaban por la tierra como estruendo del trueno más potente. El espectáculo era pavorosamente solemne, y al terminar cada frase, los santos exclamaban: "¡Gloria! ¡Aleluya!" Su aspecto estaba iluminado con la gloria de Dios, y resplandecían sus rostros como el de Moisés al bajar del Sinaí. A causa de esta gloria, los malvados no podían mirarlos. Y cuando la bendición eterna se pronunció sobre quienes habían honrado a Dios santificando su sábado, resonó un potente grito por la victoria lograda sobre la bestia y su imagen. Entonces comenzó el jubileo, durante el cual la tierra descansará. Vi al piadoso esclavo ponerse de pie triunfalmente y victorioso, mientras sacudía las cadenas que lo aherrojaban, y su malvado amo permanecía confuso y sin saber qué hacer, porque los impíos no podían comprender las palabras de Dios.” Ellen G. White Estate y C.C. Crisler, Notas biográficas de Elena G. de White, (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1995), 112. Ap 16,13; 18,19, hacen referencia a la perdurabilidad de la esclavitud hasta los últimos momentos de la historia de este mundo.
White, Mensajes selectos, 2: 550.
E. G. White Estate y Crisler, Notas biográficas de Elena G. de White, 519-521.