viernes, 22 de noviembre de 2013

La Esclavitud Mutante y el Silencio de la Fe

Sometimiento, manipulación, maltrato. 
Son términos que parecen no pasar de moda. Los cristianos hablan del fin de los tiempos, y los no cristianos de la ineficacia del cristianismo. 
El mundo parece paralizado e inoperante desde ambos lados. Mientras, la aberrante esclavitud muta, gana terreno y se adapta eficazmente. 
¿Y la Biblia…cumplió su papel? ¿Y quiénes la leen, han mostrado su eficacia? ¿Qué alcanzó Pablo con el haustafel de Efesios? ¿El hecho de que el código mencionado haya sido manipulado o mal utilizado, debiera llevar al cristiano de nuestros días a desestimarlo? ¿Persiste Pablo en la subordinación que exige o entraña dominación? ¿Qué entendía el apóstol o que quiso expresar cuando habló de “sumisión por respeto a Cristo”? ¿Por qué Pablo aconseja el sometimiento de los esclavos a sus dueños en términos de servicio? ¿Apoyaba Pablo la esclavitud y por ende el sometimiento? ¿Puede o debe el creyente, influir sobre la cultura y los cánones sociales, que se encuentran en oposición (o aparente oposición), a nuestros principios morales contemporáneos? 
El autor del libro, inicia con una ágil lectura de su experiencia personal. Luego se sumerge, con la profundidad que exige el Código de Familia de Efesios, para trazar el rumbo hacia las respuestas que las anteriores interrogantes exigen.

Yosvany R. García Corpas. 
En el año 2000 inició su formación teológica en la ciudad de La Habana, Cuba. En 2007 se trasladó a la Argentina para continuar su preparación en la Universidad Adventista del Plata. Ha impartido charlas y series de conferencias bíblicas tanto en el Sur como en Norte América (Argentina, Brasil, Uruguay, Canadá, Estados Unidos).

sábado, 25 de mayo de 2013

“¿SER, HACER O TENER DÓNDE ESTÁ LA CUESTIÓN?”



“¿SER, HACER O TENER DÓNDE ESTÁ LA CUESTIÓN?”

Pr. Yosvany R. Garcia

“Ser o no ser” la gran duda de Hamlet planteada por Shakespeare. En medio de un ambiente cargado de conspiraciones y muerte, el príncipe Hamlet heredero al trono de Dinamarca se sumerge en una aparente locura. Tras la repentina muerte de su padre sólo aspira a dos cosas: el amor de su madre y el trono que le corresponde como herencia. Sumido en profunda angustia, el consentido y adolecente príncipe se acerca a la Reina. ¡Oh sorpresa! en lugar de encontrarla sufriendo por la pérdida del Rey, descubre que ésta se prepara para la boda con Claudio, su tío. Ahora todo se ha vuelto inseguro y contradictorio. Siente que debe vengar a su padre que ha sido envenenado con la ayuda de la reina Gertrudis (su madre), pero la duda lo asalta constantemente. “Ser o no ser he ahí el dilema”.

La famosa frase de Shakespeare sigue trayendo ciertas consideraciones. En la obra antes mencionada, pareciera advertirse que la duda del príncipe radica realmente en lo que debiera hacer con el objetivo de tener.

Ser, hacer y tener son tres verbos que aun en la actualidad no logramos darle un orden objetivo. En algunos casos se sacrifica el tener para poder hacer, en otros se sacrifica el ser para poder hacer con el objetivo de tener, y en otros sólo actuamos por lo que somos.

Pensando en esto ¿a cuál de ellos le daríamos el primer lugar? Evaluemos algunos puntos de vista:

Ser: Un verbo sumamente utilizado como argumento eficaz en nuestros estos días. Por ejemplo, mientras vivíamos en Argentina se aprobó la ley del “matrimonio igualitario”, el discurso recurrente de entrevistados y entrevistadores consistía en actuar simplemente por lo que se es. De acuerdo a lo que es, se hace y obtiene lo que se desea. Pero, ¿dónde encuentra el ser humano un patrón para su ser? ¿Qué somos?, ¿Que soy?

Hacer: Este es el verbo preferido de los revolucionarios. Hacer, construir bajo cualquier circunstancia, luchar contra todo obstáculo para lograr una sociedad con individuos ideales (ser). Es este hacer el que producirá milagros. Es la acción impostergable bajo la cual se llevan a cabo las mas sangrientas guerras a nivel tanto de individuos, como de familias y naciones.

Tener: Creo que en esta época es el verbo que se lleva la mayor cantidad de votos. En el peor de los casos, es el sinónimo del consumismo. Es aquel verbo que al desequilibrarse se convierte en la satisfacción egoísta del yo. Es el que se utiliza para aplastar las ideas y beneficios de otros subordinándolos a mis intereses. Es, entre otras cosas, una de las fundamentales causas de la enfermedad del siglo: el estrés.

¿Ser o no ser? ¿Hacer o no hacer? ¿Tener o no tener? ¿Dónde está la cuestión?

Pareciera que en nuestro mundo tanto el ser  como el hacer  se han convertido en simples medios para el tener. Los objetivos o metas materiales, sin ser malos en sí mismos, se han convertido en el móvil o incentivo máximo de la sociedad. Por ejemplo, se estudia para convertirse en un profesional, pero el objetivo final, generalmente, es obtener autos, viajes, casas etc. La elección de la carreara profesional se evalúa por cuan lucrativa puede llegar a ser. El tener se ha convertido en la meta, una meta que no satisface totalmente y por lo tanto, la búsqueda continúa insaciablemente.
¿Qué podemos encontrar en la Biblia al respecto? Pues vayamos a los orígenes. “Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó” (Gen 1,27 NVI). Evidentemente el autor prioriza la idea del ser. Es ésta la prioridad bíblica; la criatura recién creada es un “ser humano” con características distintivas, y sobre todo, ha sido creado a la “imagen de Dios”.  La primera información que se ofrece acerca de la criatura: lo que él es.

Inmediatamente después, la Biblia declara de manera explícita el hacer: “y los bendijo con estas palabras: Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo” (Gen 1,28 NVI). Es notable como el hacer desde el punto de vista bíblico es una bendición como lo presenta la primera parte del texto. La bendición de Dios no puede degenerar en enfermedad, el hacer no puede convertirse en un elemento destructivo pues dejaría de ser una bendición.

Los versículos siguientes del mismo capítulo presentan el tener de acuerdo a las prioridades de Dios. “También les dijo: Yo les doy de la tierra todas las plantas que producen semilla y todos los árboles que dan fruto con semilla; todo esto les servirá de alimento. Y doy la hierba verde como alimento a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo y a todos los seres vivientes que se arrastran por la tierra. Y así sucedió.” (Gen 1,29-30 NVI). Dios dice que el tener viene de él. Lo que tenemos es porque Él de antemano lo había preparado para nuestro beneficio.

Este orden prescrito por Dios en su palabra, moldea la actitud de la criatura frente a la vida. El criterio que el individuo tiene de sí mismo (ser) no va a depender de un sentimiento que pudo estar dominado por circunstancias que le rodearon en algún momento de su vida. Tampoco lo va a estar por lo que la sociedad acepte o no como correcto de acuerdo al momento y la situación histórica que se viva. No estará determinado aún por alguna desviación moral que una mayoría o el propio individuo percibe como correcta. El ser está determinado, según nuestros orígenes, por el hecho de haber sido creados a la imagen de Dios.

En Génesis 2 se advierte como el autor amplía de manera clara esto que hemos venido presentando. Gen 2,7 describe la creación del hombre (ser). Gen 2,8-15 presenta como Dios crea las condiciones para que su criatura se desempeñe (hacer). Gen 2,16-25 muestra todos los beneficios que la criatura recibe (tener). Es destacable que cuando a Adán se le presenta su pareja, éste no altera el orden de Dios. No le menciona a Eva lo que ella como esposa debía hacer, tampoco le muestra una lista de todas aquellas cosas que la pareja posee. Lo primero que hace Adán es mostrarle quien es ella. “El cual exclamó: Ésta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Se llamará mujer porque del hombre fue sacada” (Gen 2,23 NVI).

Aunque en este artículo no pretendo agotar todas las implicaciones que posee este análisis, si quisiera traer una pequeña y significativa escena del Nuevo Testamento. La describe Lucas en el capítulo 10 de su evangelio a partir del verso 38. Jesús entra a cierta aldea, al parecer en Betania (Jn 11,1) y allí se encuentra con dos hermanas. Marta, es la mayor de ellas, y es quien asume la responsabilidad de la casa de quien, al parecer, pertenece. El v 40 señala que Marta se siente abrumada por la responsabilidad y se empeña en hacer. María, su hermana, se queda a escuchar a Jesús. Marta, convencida de que hace lo correcto ce acerca con un reclamo: “—Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude!” (Luk 10,40 NVI).

Esta hermana mayor en un ícono del trabajo arduo, es la luchadora incansable, la típica estresada por las circunstancias. La que vive convencida de que un buen individuo cristiano tiene que generar, pues al fin y al cabo el mandamiento dice “seis días trabajarás” (Ex 20,8). Con pocas excepciones todos coincidiríamos que el reclamo de Marta es razonable, pero la respuesta de Jesús nos sorprende: “—Marta, Marta —le contestó Jesús—, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará” (Luc 10,41-42 NVI).

Luego de haber analizado el orden de Génesis 1 y 2 comprendemos la respuesta de Jesús. Marta debía comprender que el hacer para tener no puede preceder el ser. La criatura a causa del pecado se ha distanciado de su creador y la imagen se ha distorsionado. María había experimentado la profundidad del pecado y Jesús haciendo un despliegue de su misericordia le había mostrado quien era ella realmente (Jn 8, 3-11). El perdón de Dios le hizo restablecer el orden de sus prioridades. Todo lo que necesitaba era estar cerca de su creador pues ello le devolvía su identidad. Cuando tuvo la certeza de quien era, podía disfrutar de lo que hacía y aceptar lo que tenía. No con una actitud conformista que limita el hacer confundiéndolo con la pereza, sino con la diligencia que caracteriza a aquellos que establecen las prioridades de acuerdo a lo establecido por Dios en su Palabra.

            La Justificación por la Fe presentada en el NT tiene mucho que ver con lo que venimos hablando. Si el creyente prioriza el hacer para tener la salvación alterando el orden establecido en los orígenes se convierte en un legalista. En cambio, si prioriza la relación con el creador restableciendo así su ser, ya se habrá colocado en el camino de la salvación dispuesta de antemano por el Creador, y va a actuar (hacer) en consecuencia a ello.

            El hacer se determina con la correcta orientación del ser centrada en el Creador. Un hacer encaminado al crecimiento constante y santificador. A su vez, el hacer, bien orientado por la obra del Creador, funcionará como catalizador del estado de mí ser “…por sus frutos los conoceréis” Mat 7, 20. Por consiguiente, no se desestima el hacer en la vida del cristiano. Santiago lo describe con claridad “Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. (Santiago 2,18). Es además mi hacer una bendición para el otro que precisa de mí. “…De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. (Mat 25, 45)

En el proceso de la salvación el Creador anhela restaurar mi ser el cual direccionará mi hacer y mi tener, pero estos últimos indudablemente impactarán mi ser. Por lo que la solución no consiste en distanciarlos ni excluirlos, antes bien, establecer su orden tal como lo muestra la Escritura.
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. (Rom 12, 2)

            He aquí la cuestión: Soy hijo de Dios, hago la voluntad de mi Padre y tengo el resultado de los que soy y lo que hago.  

Pr Yosvany R. Garcia

lunes, 26 de julio de 2010

LA ESCLAVITUD EN EL SIGLO XXI

UNIVERSIDAD ADVENTISTA DEL PLATA

Ética Cristiana

Yosvany R. García Corpas

LA ESCLAVITUD EN EL SIGLO XXI

El tema de la esclavitud, ha sido foco de tensión y punto de análisis a través de los tiempos, pues trata cuestiones profundamente éticas independientemente del momento histórico en que se le sitúe.[1] Aunque muchos consideran este tema como ya superado, el sometimiento por de parte de individuos o grupos humanos hacia otros. O quizás la “simple” actitud de superioridad manifestada por tales individuos, grupos, o instituciones, dada por disímiles razones, sean estas económicas, culturales, étnicas o de otra índole, continua creando abismales diferencias. Quizás la insistente repetición de una esclavitud abolida haya llevado a algunos pensarla como un asunto del pasado. Para otros, sólo evolucionó o cambió de nombre.[2]

Kevin Vales, en un estudio realizado en Tailandia, Mauritania, Brasil, Pakistán y la India, referente a la esclavitud y publicado en 1999, afirma que, en el mundo hay actualmente 27 millones de esclavos. En cuanto a las causas, señala la corrupción política, unida al espectacular aumento de la población y su continuo empobrecimiento, factores que han dado lugar a lo que llama “la nueva esclavitud.” Cuyo denominador común es la pobreza, no el color, destacando que detrás de cualquier diferencia étnica se oculta la disparidad económica.[3]

Algunos sinónimos del término esclavitud se sugieren como alternativa: “Cautivo, prisionero, siervo, sometido, dominado, subyugado, oprimido, tiranizado.”[4] A todos estos les compete esa actitud de menosprecio, término quizás preferido por muchos en lugar de humillación, siendo que este último suele ser muy duro dentro de esta época “civilizada”. Sin embargo, son perfectamente intercambiables en tales situaciones. Sería posible entonces hablar de sometimiento, menosprecio o humillación por cuestiones de origen, educación, sexo, lenguaje u otros que pudieran añadirse de acuerdo a las experiencias vividas.

La declaración: “… desprecio, prejuicio o ejerza señorío sobre el otro…” muestra como estas características propias de la esclavitud perduran en el tiempo, y sumándola a las mencionadas anteriormente toda sociedad, hablando términos generales, corre el riesgo, en mayor o menor grado, de padecerlas.

Punto de vista bíblico

Gá 3,28 presenta con claridad el concepto neotestamentario de la esclavitud. “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” Ef 6,5-9 parece oponerse al concepto de Gálatas, pero una mirada juiciosa a dicha porción epistolar evidencia que la figura de Cristo se convierte en el punto de encuentro en las relaciones interpersonales estableciendo el equilibrio necesario en el desempeño de los roles. No una jerarquización despótica o autoritaria, sino a la altura del modelo: Jesús. Basado en este principio, el imperativo apostólico restablece los valores éticos que habían sido severamente torcidos. Ajusta ciertas características de su época haciendo énfasis en la justicia, proporcionando una base teológica dirigida a los cristianos. Su propuesta no consiste en una vuelta al patriarcado, en un sentido autoritario distorsionado, ni en un impulso a la emancipación. No es simple argumentación política o filosófica del tema, puesto que Pablo no es político ni es filósofo, Pablo es teólogo, y como tal su propuesta es puramente teológica, o para ser más específico cristológica. Es Cristo dentro los círculos que componen la Iglesia (esposa-esposo, hijo-padre, esclavo-amo) (Ef 5,15-6,9).

Postura de Ellen G. White

Para Ellen G. White la esclavitud no era una escena más dentro de un mundo esclavista sino “la más lamentable de las escenas.”[6] En una reunión de oración celebrada el 3 de abril de 1847, contempló en visión el templo celestial y los eventos finales. Al describirla, expresó que sólo en la segunda venida de Jesús las cadenas de la esclavitud serían desatadas definitivamente.[7] Aún así, White asumía que los prejuicios que se habían levantado como paredes entre negros y blancos, se desplomarían si los cristianos obedecieran la palabra de Dios. Al ser derramado el Espíritu Santo, estos predicarían el evangelio sin distinción de razas. Serían capaces de amarse entre sí poniendo a un lado sus diferencias, y su criterio con respecto a la “gente de color” llegaría a ser muy diferente de lo que era en sus días.[8] Para 1896 su disposición de trabajar a favor de la raza sometida se evidencia por sus declaraciones: “No nos contentemos simplemente con mirar, con tomar resoluciones que nunca se pongan en práctica; sino que hagamos algo de todo corazón para el Señor, a fin de aliviar la aflicción de nuestros hermanos de color.”[9]

Cuando en 1904 se le preguntó por el terreno de la escuela en Huntsville, White contestó: “Se me dio la instrucción de que no debe venderse está granja, de que la ubicación posee muchas ventajas para llevar adelante una escuela para gente de color.”[10] En 1908 dijo a los miembros de iglesia que no debieran esperar igualdad social, y que los negros y los blancos debieran adorar en edificios separados. Algunos advierten en estas declaraciones una posición segregacionista. Argumentan que “colocaba las velas dependiendo de cómo estaba soplando el viento.” Otros, por su parte, lo señalan como una estrategia de trabajo a favor de la raza desfavorecida puesto que los prejuicios imperantes así lo exigían.[11]

Su pensamiento igualitario, parecía ser invariable: “El nombre del hombre negro está escrito en el libro de la vida al lado del hombre blanco… El nacimiento, la posición social, la nacionalidad o el color no pueden elevar o degradar a los hombres.”[12]

Su postura en contra de la esclavitud parece haber estado muy bien definida y expresada entre sus contemporáneos. El 24 de Julio de 1915, fue puesta a descansar en el cementerio de Oak Hill, Battle Creek, Michigan. En esa ocasión el Pr A. G. Daniells, presidente de la Asociación General, declaró haciendo referencia a los frutos que caracterizaron su ministerio: “Tampoco la condición social de la familia humana se ha perdido de vista. La esclavitud, el sistema de castas, los prejuicios raciales, la opresión del pobre, el descuido del infortunado, todas estas cosas son declaradas como anticristianas y una seria amenaza para el bienestar de la raza humana, y como un mal que la iglesia de Cristo está encargada de cambiar” [13]

Conclusiones

Esperar que el cristianismo eliminara todo mal existente en la sociedad, sería quizás demasiado ficticio o pretencioso, pues aunque algunos así lo prediquen generando falsas expectativas, la historia ya ha demostrado lo contrario. Muy acertadamente lo resume Paul Johnson en un artículo publicado en enero del 2000 ante la expectativa de un nuevo milenio: “Aunque estos 20 siglos nos han enseñado que el cristianismo no puede borrar por completo la parte más oscura de la humanidad, ni acabar con la guerra, la crueldad, la avaricia y el sufrimiento de los pobres, mitiga todas estas cosas y nos ofrece una noción… del mundo mejor y más puro que podríamos crear. Sean cuales fueren los nuevos males que surjan entre nosotros, el mensaje de Cristo contiene los recursos para exorcizarlos.”[14] Exorcizar o eliminar los males que mitiguen sus resultados inherentes ha sido una de las magnas tareas del cristianismo.

El siglo XXI se convirtió, tristemente, en testigo ocular de la esclavitud, el sometimiento y la explotación. Algunos sectores sociales lo sufren de una manera abierta e impune, en otros, utiliza mutaciones diversas pasando casi imperceptiblemente. Este es el caso de quienes que persisten en la arcaica idea, de que aquellos poseen una elevada posición económica, o que ocupan altos puestos de responsabilidad, o quienes han logrado acumular títulos que avalan su saber, deban ser casi reverenciados, agasajados, o vistos con temor reverente, “nuestras relaciones mutuas –señala White- no han de ser gobernadas por normas humanas; sino por el amor divino, el amor expresado en el don de Dios a nuestro mundo.” [15]

BIBLIOGRAFÍA

Diccionario Hispano-Americano de la misión. Ed. P. A. Deiros. Casilla, Argentina: COMIBAM Internacional, 1997. Ver “esclavitud”.

Douglass, Herbert E. Mensajera del Señor. El ministerio profético de Elena G. de White. Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2000.

Ellen G. White Estate y C.C. Crisler, Notas biográficas de Elena G. de White. Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1995.

Johnson, Paul. “Mensaje de fe para el nuevo milenio. El legado perdurable de Jesús nos permite ver con esperanza el futuro”, Reader´s Digest Selecciones, Enero 2000, 10-14.

Koranteng-Pipim, Samuel. “Racismo y Cristianismo”. Diálogo, no 7.1 (1995), 12-15.

Saco, J. A., Historia de la esclavitud. México: Editorial Alameda, 1955.

Vales, Kevin, La nueva esclavitud en la economía global. Madrid: Siglo XXI de España editores SA, 2000.

White, Ellen G. Eventos de los últimos días. B. Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1990.

. Mensajes selectos. Mountain View, California: Publicaciones Interamericanas, 1967.

. Mente, carácter y personalidad, 2 vols. B. Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1990.

. Servicio cristiano. B. Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1983.

Web consultada

http://www.wordreference.com



[1] J. A. Saco, Historia de la Esclavitud (México: Editorial Alameda, 1955). El autor hace un recorrido histórico resumiendo casos de civilizaciones antiguas, deteniéndose de manera más explícita en el imperio romano, luego sigue otros pueblos hasta llegar a la historia de la esclavitud de los indios en el Nuevo Mundo.

[2] “La esclavitud fue abolida en todo el continente americano durante el s. XIX, pero todavía hay individuos en condiciones de esclavitud” Diccionario hispano-americano de la misión (1997), ver “esclavitud”

[3] En la India, por citar uno de los ejemplos de Vales, a causa de la superpoblación y la escasez de tierra, la mano de obra obrera compite con la mano de obra esclava. “Los campesinos libres –cuando se quedan sin dinero, cuando la cosecha es mala o algún miembro de su familia necesita medicamentos- tienen pocas opciones. Ante la desgracia piden dinero prestado a un terrateniente local, pero, como no tienen otras posesiones, deben poner sus propias vidas como garantía. La deuda por la que una persona se obliga –es decir el precio de un trabajador- oscila entre 500 y 1000 rupias. La duración del vínculo es indefinida; es esclavo debe trabajar para el patrono hasta que éste decida que la deuda está saldada. La deuda puede prolongarse dos o tres generaciones, incluso acrecentarse en función de la contabilidad fraudulenta del patrono, quien también puede vender a los hijos del ciervo para amortizar el préstamo.” Kevin Vales, La nueva esclavitud en la economía global, trad. Fernando Borrajo Castanedo (Madrid: Siglo XXI de España editores SA, 2000), 9-18. INR1000 = USD 22.5 y INR 1000 = ARS 87.19. Cálculo realizado Abril 07 de 2010.

[4] Diccionario de sinónimos y antónimos, Espasa-Calpe, 2005. www.wordreference.com/sinonimos/esclavo

[5]La sugerencia de que alguna gente es inherentemente superior o inferior puede derivarse de la religión (castas en la India, o la purificación racial en Bosnia), o puede tener origen en el expansionismo económico (colonialismo), o brotar del chauvinismo político (nazismo, apartheid, tribalismo), o estar basado sobre una falsa premisa genética (Ku Klux Klan).” Samuel Koranteng-Pipim, “Racismo y Cristianismo”. Diálogo, no 7.1 (1995), 12.

[6] “El Señor ha contemplado con pesar la más lamentable de las escenas: la raza de color en esclavitud. El desea que en nuestro trabajo por ella recordemos su liberación providencial de la esclavitud, el vínculo común que la une a nosotros por derecho de creación y de redención, y su derecho a las bendiciones de la libertad”. Ellen G. White, Mensajes selectos (Mountain View, California: Publicaciones Interamericanas, 1967) 2: 550.

[7] “Y al anunciar Dios el día y la hora de la venida de Jesús, en tanto expresaba ante su pueblo el pacto sempiterno, pronunciaba una frase y se detenía, mientras las palabras repercutían por toda la tierra. El Israel de Dios permanecía con los ojos en alto, escuchando las palabras según salían de labios de Jehová, que retumbaban por la tierra como estruendo del trueno más potente. El espectáculo era pavorosamente solemne, y al terminar cada frase, los santos exclamaban: "¡Gloria! ¡Aleluya!" Su aspecto estaba iluminado con la gloria de Dios, y resplandecían sus rostros como el de Moisés al bajar del Sinaí. A causa de esta gloria, los malvados no podían mirarlos. Y cuando la bendición eterna se pronunció sobre quienes habían honrado a Dios santificando su sábado, resonó un potente grito por la victoria lograda sobre la bestia y su imagen. Entonces comenzó el jubileo, durante el cual la tierra descansará. Vi al piadoso esclavo ponerse de pie triunfalmente y victorioso, mientras sacudía las cadenas que lo aherrojaban, y su malvado amo permanecía confuso y sin saber qué hacer, porque los impíos no podían comprender las palabras de Dios.” Ellen G. White Estate y C.C. Crisler, Notas biográficas de Elena G. de White, (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1995), 112. Ap 16,13; 18,19, hacen referencia a la perdurabilidad de la esclavitud hasta los últimos momentos de la historia de este mundo.

[8] White, Mensajes selectos, 2: 550.

[9] White, Servicio cristiano (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1983), 269.

[10] White, Eventos de los últimos días (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1990), 104.

[11] Douglass, Mensajera del Señor. El ministerio profético de Elena G. de White, 215-216.

[12] White, Servicio cristiano eficaz, 269.

[13] E. G. White Estate y Crisler, Notas biográficas de Elena G. de White, 519-521.

[14]Paul Johnson, “Mensaje de fe para el nuevo milenio. El legado perdurable de Jesús nos permite ver con esperanza el futuro”, Reader´s Digest Selecciones, Enero 2000, 14.

[15] Ellen G. White, Mente, carácter y personalidad, (B. Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1990) 2: 654.